jueves, 26 de junio de 2008

Muestra Planeta X. Junio 2008.

Afiche de la muestra.


Carla Colombo sacando fotos.





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viernes, 20 de junio de 2008

Espacio de arte Josefina Merienda Una experiencia fuera del centro

Marcos Lopez en el espacio Josefina Merienda.2003


por Sabina Florio (UNR)

Contra los nuevos conformistas

A inicios del año 2003, un grupo de artistas amigos: Ignacio Argañarás, Georgina Ieraci y Maximiliano Masuelli, decidió abrir un espacio dedicado al arte contemporáneo. Esta modalidad de agrupamiento se relaciona con un fenómeno que comenzó a ser frecuente hacia mediados de los ’90 cuando empezaron a abrirse ­un conjunto de lugares cuyo rasgo en común consiste en que han sido creados por artistas, que son independientes y autogestionados. Estas apariciones se pueden pensar como una reacción ante un sistema del arte que se comenzaba a percibir como muy restringido y altamente mediatizado. Sistema, donde la figura del curador –que apenas gravitaba en los ’80– comenzó a cobrar una dimensión inusitada desde esos años hasta el presente.

Para dar a ver diversas concepciones sobre el arte contemporáneo y para democratizar su circulación surgieron, entre otros, Belleza y Felicidad, Duplus y Sonoridad amarilla en Buenos Aires, Vox en Bahía Blanca, Mopt en Mar del Plata, Azul Talo en Córdoba y el espacio que nos ocupa, Josefina Merienda. Cabe destacar que este proceso no se ha dado solamente en la Argentina. Refiriéndose al caso colombiano, José Roca, señaló que “la discusión sobre actuar dentro o fuera del marco institucional ha sido una constante en el arte colombiano desde mediados de los ‘90”; destacando que los proyectos de autogestión realizados por artistas han provocado que muchas instituciones “hayan tenido que replantear su papel para recuperar su pertinencia”.Sobre el caso peruano, Gustavo Buntinx, ponderó la preocupación de los artistas por ensayar estrategias alternativas y sostener espacios propios. Señaló también que el momento actual es “para casi todos nosotros el de la edificación cultural de la democracia”, advirtiendo que “esto implica las duras tareas de la construcción de una institucionalidad nueva, también en las repúblicas de las artes”.


Sabina Florio. Cargamento. Instalacion. 2003


Prácticas insurrectas

Las tomas de posición frente a los lineamientos hegemónicos involucran una variedad de tácticas y estrategias que se pueden leer también en la historia de nuestro campo cultural. Pienso aquí en una constelación de autores, obras y espacios que se enlazan, no tanto por un estilo o una estética en común, sino por una actitud ante la práctica del arte, es decir, por el modo de vincular arte, experiencia y vida. Se trata de artistas que corren riesgos, que se preocupan por la calidad de sus obras, que respetan sus obsesiones personales y que atienden a todas las instancias que comprende el campo específico: el hacer, su circulación, distribución y recepción. Desde distintos fundamentos de valor y condiciones de emergencia estas experiencias configuran diversas maneras de posicionarse fuera del centro.

El conjunto de instancias propuestas tienen en común la estrategia que consiste en la creación de espacios –reales o simbólicos– autogestionados por artistas. Pienso en las figuras de Manuel Musto y Augusto Schiavoni quienes se desplazaron desde sus casas paternas ubicadas en el centro de la ciudad hacia el barrio de Saladillo. Allí construyeron sus respectivos espacios-vivienda-modelo-motivo que habitaron hasta el fin de sus días. Musto denominó ese gesto como: “una manera de armonizar nuestros actos con nuestras aspiraciones íntimas”. Ambos artistas crearon un ámbito propicio para desarrollar sus opciones de vida y desplegar sus ideas estéticas en sintonía con su modo de estar en el mundo.

Desde otra posición tanto estética como política, cuando Antonio Berni regresa a Rosario –luego de su viaje de formación europea–, tampoco busca adecuarse a los espacios existentes y ya establecidos. A partir de su compromiso vanguardista que intentaba articular las rupturas estéticas con la transformación revolucionaria de la sociedad, evaluó la necesidad de crear un espacio convocante para los artistas jóvenes políticamente comprometidos. Funda la Mutualidad Popular de Estudiantes y Artistas Plásticos –formalizada en torno de una escuela taller– donde se desplegó una experiencia pedagógica y creativa inédita. Por esos años Gustavo Cochet propone una mirada crítica sobre la práctica artística desde su espacio en el periódico La tierra. Sus señalamientos tienden a rescatar autores y obras comprometidos con la búsqueda de la articulación entre el arte y la ética y también intentan acercar al público a las propuestas disidentes y divergentes del canon. Desde su doble militancia estética y política, no delegó su voz en otros agentes del espacio cultural y señaló otros parámetros de valoración para la apreciación de las propuestas plásticas de sus pares.

Miembro de la Mutualidad Popular de Estudiantes y Artistas Plásticos en los años ´30 y del consagrado Grupo Litoral de los años ’50, Juan Grela, funda su taller de enseñanza en el barrio de Alberdi, optando por desarrollar su práctica docente fuera de las instituciones. Su taller fue el ámbito germinal de la generación vanguardista de los ’60. Allí, predominó la unión indivisible entre el rigor disciplinar y la ética, conjunción que gravitó fuertemente en el imaginario de sus discípulos. Juan Pablo Renzi –discípulo de Cochet y de Grela– luego de su fase vanguardista y de la toma de conciencia de los límites del arte como variable del cambio social, retorna a la práctica artística por la vía de la pintura realista. En su casa-taller del barrio Belgrano comenzó a revisar el patrimonio invisible o velado del arte de Rosario. Fue en Augusto Schiavoni donde encontró las ‘líneas’ o ‘huellas’ para reencontrarse con el sentido de seguir pintando.


Georgina Ieraci. Ciclotimia. Instalacion. 2003


La invención de un lugar

Justamente en el barrio Belgrano, es donde Argañarás, Ieraci y Masuelli emplazaron su espacio dedicado al arte contemporáneo. Su táctica inicial para cobrar visibilidad en el medio, fue dar a conocer un conjunto de ideas clave que sustentaban la necesidad de la apertura de un nuevo lugar para exposiciones, se refirieron al rescate de los valores intrínsecos de las obras, los estándares de calidad y la elocuencia de los repertorios.

Inauguraron el sitio con una exposición de obras inéditas de Marcos López. Resulta importante destacar la audacia de esta convocatoria puesto que un artista consagrado en la plástica argentina resultó expuesto en un barrio periférico y en una galería de arte desconocida. Para dar a ver su propuesta, López implementó un montaje altamente experimental y arriesgado, muy distante de una “disposición esperada” y habitual de las piezas fotográficas. Acompañó su muestra con un texto denominado “subrealismo criollo”, donde arroja una cascada de ideas sobre una Argentina precaria, una Santa Fe “húmeda y gris y momentos transcurridos en “hoteles de segunda clase, alfombrados, con paredes revestidas en cerámicos y puff de símil cuero”. En un tono desencantado se retrata un país que de ninguna manera es lo que desde el poder menemista –en el transcurso de los ´90– se ostentaba como imagen ligada al primer mundo.

En una ciudad tan atenta a los autores faro resultó desconcertante la presencia de Marcos López por fuera de los espacios ya instalados, más aún atendiendo al dato, no menor, de que esta ha sido la primera muestra del artista en nuestra ciudad. La estrategia de apertura fue eficaz, tanto por el logro de la presencia de los productores locales, como por la aparición de reseñas en los periódicos más representativos de la ciudad

Luego, quien suscribe inauguró una instalación de piezas escultóricas. Refiriéndose a la obra Pablo Suárez ha escrito que: “motivada por una situación social desesperante, agravada por la diáspora que genera el desempleo con las secuelas de desarraigo y absoluta desprotección que trae aparejadas, produce su obra Cargamento. Florio metaforiza sin perder de vista la legibilidad de su clara intención. Mantiene una distancia que le permite reflejar una tragedia con probidad ejemplar. Evita, con su emocionalidad contenida, la lectura pietista y la panfletización del tema. Con sus mínimos elementos, despojándose de todo lo secundario, no sólo construye una obra, también abre un camino”.


Tanto la presentación de López como la mía se caracterizan por el ensayo de vocabularios formales personales, la asunción de la pertenencia al espacio latinoamericano y la intención de articular las producciones con fundamentos histórico sociales. Posteriormente, apareció otro tópico, a partir de la obra de un joven fotógrafo porteño cuya mirada vouyer se posa en relaciones amorosas homosexuales. Con el elocuente título 1+1=3 Leonel Yoia declaró ser “un espectador, un cómplice, testigo de una fantasía, protagonista indirecto y necesario”. Aquí la galería empezó a delinear su intención de hacer circular propuestas de artistas jóvenes, quienes podrían realizar sus primeras muestras, sin la necesidad de adaptar sus prácticas a los lineamientos vigentes en las instituciones oficiales.

A continuación, Georgina Ieraci presentó su primera muestra individual, disponiendo sus objetos multisensoriales en el suelo –cinco esferas brillantes que delinean una cruz–. Su proposición plástica dialoga con las ideas estéticas que Gerardo Mosquera ha denominado como aquellas que pervierten el minimalismo. Este cuerpo de obras se caracterizaría por una suerte de práctica de “resignificación de los repertorios impuestos por los centros”. En dichas propuestas se tensan los preceptos originales del minimal ampliando sus directrices formales y cruzándolas con la presencia visible de la subjetividad de los autores.

Finalmente –siguiendo el criterio establecido por los coordinadores del lugar de alternar exposiciones de artistas plásticos con las de fotógrafos, dio a ver sus “Retratos desvestidos” María Zorzón. Dicho criterio resultó muy productivo para poner en escena distintas posiciones en torno al debate sobre el estatuto de la fotografía como disciplina. Sabemos que existen distintas aproximaciones a la fotografía como soporte que han generado diversos fundamentos de valor y criterios de apreciación para las obras. La propuesta de la fotógrafa María Zorzón se articuló en torno a la pregunta: ¿qué nos pasa cuando nos enfrentamos con el tabú de combinar la identidad con la desnudez?


En el transcurso de un año los gestores del espacio pusieron en circulación una constelación de propuestas de muy diverso carácter. Confluyeron allí distintas posiciones autorales, diversas disciplinas: la fotografía, el objeto y la instalación, como así también la mixtura del público habitual que frecuenta las galerías de arte contemporáneo con la gente que vive en un barrio. La experiencia demostró además que resulta posible sustentar una práctica independiente en una ciudad altamente centralizada como lo es la ciudad de Rosario.



Rememoraciones, recuperaciones y reciclaje

La apertura del año 2004 consistió en una muestra colectiva denominada “Belgrano expone”. La propuesta pivotó sobre la idea de crear un evento cultural que ponga en escena la historia del barrio. En un texto adjunto a la exposición se destacaron las “familias que transitan ya por la quinta generación de belgranenses” quienes “ostentan con orgullo el ‘lema’ de su blasón: ‘aquí vinimos y nos quedamos’ –aludiendo a la primera generación de inmigrantes italianos radicados allí–.

Evelyna Callegari. Collage. 2004


Luego, se presentó por primera vez la exhibición de un trabajo final de tesina de licenciatura de la carrera de Bellas Artes. La propuesta de Evelyna Callegari denominada “Realidad y ficción sobre la percha. Reciclaje, arte e indumentaria” replantea el estatuto de la obra de arte y propone la reunión entre lo bello y lo útil. Apelando a la indumentaria femenina, los accesorios y una versión peculiar del collage la artista dio a ver su mundo personal que se nutre tanto de la cultura erudita como de la cultura de masas. Más allá de la gran división establecida por la cultura moderna entre lo alto y lo bajo su imaginación se alimenta de los cuentos infantiles, del mundo de las muñecas, del universo de lo femenino y de la historia del arte.

La puesta en escena del rigor en el acto de hacer y la defensa del oficio llegó con la muestra de fotografías de Gustavo Frittegotto. El artista no sólo bucea en las tradiciones de la disciplina sino también en sus huellas biográficas a través de la resignificación de tomas realizadas por su padre. Su procedimiento consiste en el rescate de negativos antiguos, su intervención manual y su presentación en positivo y en negativo –según los casos– para destacar la ambigüedad de las fotografías. Juan Travnik, prologó el catálogo de la muestra, desde donde refiere a la “obsesión” del autor por “hurgar en las imágenes fotográficas del pasado” y a su “resignificación de tomas realizadas por su padre, Bienvenido Frittegotto, típico y reconocido profesional establecido en Arequito, Pcia. de Santa Fe, desde hace más de cincuenta años, al frente de su Foto Estudio Ibis”. Travnik, también señala los vínculos encontrados entre “las lastimaduras de las placas” y los rostros surcados por huellas “que aparecen como heridas”, relación que opera como una “cruda cita sobre la condición humana (…) de degradación irreparable”.

Gustavo Frittegotto. 2004

Del mundo del diseño orientado a las cuestiones de género, habiendo transitado por el énfasis en la memoria y en la recuperación de las tradiciones, pasamos a otro artista que se alimenta de su propia biografía. Maximiliano Masuelli denomino a su muestra con la siguiente pregunta ¿Quién no sabrá que nos queremos tanto? Al igual que Frittegotto, Masuelli recuperó fotografías, en este caso, las realizadas por su abuelo –fotógrafo profesional residente en barrio Belgrano–y tomó a algunas de ellas como soporte para intervenciones pictóricas. Sus abuelos, sus padres y su mundo de la infancia son el objeto de sus representaciones plásticas. Por la vía de la pintura, el collage y el dibujo presentó en su barrio de la infancia, ante sus vecinos de toda la vida, su versión acerca del mundo circundante y sus seres queridos.

Otra apuesta de alto riesgo la constituyó la exposición de Mónica Castagnotto, quien –al igual que todos los artistas que se presentaron en la galería en el transcurso del 2004– apeló al reciclaje, la resignificación y la proposición de una configuración diferente al ordenamiento habitual de las cosas en las sociedades de consumo. La artista acopió durante meses las cajas de los cigarrillos Marlboro 10. Aquello que se desecha luego de ser consumido se transformó en el soporte de intervenciones por la vía del collage. En sintonía con el repertorio posminimalista que mencionamos acerca de la obra de Georgina Ieraci, la autora apeló a las estrategias del minimal para luego asaltarlas con un conjunto de imágenes propias de la sociedad de masas. Los miembros de grupos de adolescentes de alta repercusión mediática aparecen dispuestos sobre una multitud de pilas de cajitas de cigarritos depositadas en el suelo de la galería.


Mónica Castagnotto, "Seguí Participando". Instalación. 2004.


Al mundo intimista de Masuelli y a las proposiciones experimentales de Castagnotto siguieron las fotografías de Esteban Pastorino. En este caso el fotógrafo recuperó la figura y la obra de un arquitecto excéntrico: Francisco Salamone, quien construyó mataderos, cementerios y municipios en la franja sur de la provincia de Buenos Aires entre 1936 y 1940. Sus edificaciones de carácter monumental funden el art déco, el racionalismo y las figuraciones de nuevo cuño características de esos años. Pastorino recorrió veinticinco pueblos y ciudades de la provincia de Buenos Aires para realizar el registro fotográfico de sus producciones y “fascinado por las implicancias simbólicas de ese programa edilicio” exploró a través de distintos procedimientos disciplinares esas extraordinarias, misteriosas y hieráticas edificaciones.


La propuesta del artista resultó celebrada por un público heterogéneo que concurrió masivamente al espacio para verla. A continuación, Evangelina Cipriani, realizó su primera muestra individual ensayando un montaje poco habitual. Colocó a sus objetos –construidos con materiales disímiles y montados sobre bases de aluminio– mirando hacia la calle como si la galería fuera una suerte de escaparate o vidriera. Luego, para finalizar el calendario del 2004 se inauguró una muestra colectiva con tono de despedida: “Hasta Luego”. Se presentaron allí obras pertenecientes a todos los artistas que participaron en el lugar desde su apertura.


Esteban Pastorino. "Cementerio Balcarce". 2001.

Mirar el mundo con otra óptica

El año 2005 se inicio con un nuevo equipo de coordinadores: Mariana Lezcano, Maximiliano Masuelli, Jimena Rodríguez y Elina Rossignol. La apertura del ciclo anual estuvo a cargo de Jimena Rodríguez, quien realizó su primera muestra individual. Propuso un ambiente sensual e inquietante a partir de la disposición de objetos en distintas zonas del espacio. Sus piezas austeras, silenciosas, orgánicas e inclasificables invitan a la audiencia a sumergirse en otro mundo. Un mundo sugerente y sugestivo al que se accede a través de la multisensorialidad.

No sólo la abyección y el horror son los materiales del arte contemporáneo, parecen sostener tanto las obras de Jimena Rodríguez como las de Marisol Coradazzi. Marisol presentó su tesina de licenciatura en Bellas Artes y la estrategia consistió en la ocupación de un ángulo privilegiado de la galería con un conjunto inconmensurable de piezas polimorfas –de diversas medidas– pintadas con tintes complementarios en su máxima saturación. Creó un espacio vibrante de azules eléctricos y naranjas incendiados habitado por formas zoomorfas y zitomorfas que posan en estado latente casi a punto de cobrar vida.

Jimena Rodriguez. Instalación. 2005

A los ambientes creados con objetos polimorfos y orgánicos les siguieron dos implacables exposiciones de obra gráfica. Mónica Castagnotto acudió –en esta oportunidad– a la operación del extrañamiento para darnos a ver la obsesión por encasillar y clasificar, propia de los sistemas burocráticos característicos de las sociedades burguesas. A través de la ampliación y reconfiguración de la imagen de las etiquetas que se colocan en las tapas de los cuadernos, la artista, pobló las paredes de la galería con mensajes que oscilan entre parodia y la amenaza. Maximiliano Masuelli presentó un conjunto de autorretratos ploteados de grandes dimensiones. Despojadas, inmersas en la gran superficie blanca del papel se encuentran las figuras azules en diálogo con un sillón-prisma rojo. Con reminiscencias al silencio suprematista y al intimismo schiavoniano esta obra revitaliza el género del autorretrato. Al tríptico mencionado lo acompañó con una suerte de obra mural compuesta por una multitud de fotocopias de sus dibujos lineales. Su rostro de niño con el sombrerito de fiesta de cumpleaños, las imágenes de su madre, padre y abuelos, entre otras, nos recuerdan momentos similares de nuestras vidas. De algún modo hablando de sí mismo el autor esta diciendo algo sobre nosotros.

Maximiliano Masuelli. "Azulin Azulado". 2005

La búsqueda de la belleza retornó por la vía de la fotografía. María Sol Gómez celebró la existencia de la primavera con un díptico conmovedor. Un alguacil con sus traslúcidas alas extendidas en un primerísimo plano posa sobre los dedos de una joven que luce un anillo con una piedra azul. También en un gran tamaño se exhibe una zona de la copa de un árbol frutal en flor. Esta celebración del instante nos invita a interrogar lo que nos rodea en otra clave. Finalmente, María Gabriela Di Franco presentó su tesina de licenciatura en Bellas Artes compuesta por piezas gráficas y objetos. En sus dibujos de pequeño formato –que apelan al lenguaje propio de las historietas– habitan diversos personajes ensimismados en sus labores. En su obra objetual, también aparecen personajes, en este caso constituyen una suerte de bestiario donde conviven lo bello y lo útil en una misma dimensión.

Maria Laura Schiavoni. Muestra Colectiva. 2006.

La última muestra realizada, en el espacio de arte Josefina Merienda fue una presentación colectiva organizada en torno a ciertas ideas estéticas que se vinieron desplegando en forma implícita desde las primeras presentaciones. En su libro Seis propuestas para el próximo milenio, Italo Calvino afirmó que: “en los momentos en que el reino de lo humano me parece condenado a la pesadez, pienso que debería volar como Perseo a otro espacio. No hablo de fuga al sueño o a lo irracional. Quiero decir que he de cambiar mi enfoque, he de mirar el mundo con otra óptica”. El cambio de enfoque consistió en la adopción de una nueva modalidad expositiva a través de la realización de un homenaje. Se eligió a una artista fallecida y escasamente valorada, como es el caso de María Laura Schiavoni. La singularidad de dicho tributo pasó por intentar recuperar su legado y poner en circulación nuevamente tanto su obra como sus postulados básicos.

Así se privilegiaron la apelación a la levedad frente a la pesadez, la búsqueda de la belleza, el compromiso ético, estético y biográfico de los creadores y la recuperación de tradiciones alternativas invisibles o poco valoradas para insertarlas en nuevas constelaciones.

En la muestra convivieron distintas generaciones de artistas y diferentes proposiciones formales. Se presentaron tres paisajes misteriosos, blanquecinos y en sordina de María Laura Schiavoni. Estos óleos sobre cartón fueron rescatados del olvido por Maximiliano Masuelli, quien expuso también un tríptico. En las obras de Maximiliano se percibe la primacía de la línea cerrada y rigurosa que envuelve las figuras y construye el espacio. La línea aparece nuevamente, pero en una dimensión objetual en la obra de Jimena Rodríguez, quien presentó una diagonal punzante y violeta acompañada de un punto de contornos sinuosos y superficie irregular de color celeste. Por último, quien suscribe, expuso tres objetos y un collage que abordan el tema de la maternidad. Los objetos rigurosamente blancos emergen de la pared adoptando la forma de un punto-ombligo, una elipse-seno y un altorrelieve-panza. La subdominante del conjunto silencioso la constituye el collage donde un bebe navega en una suerte de bañera-barco magenta.

En un país altamente centralizado como la Argentina y en una ciudad signada por su proximidad a la “tentacular Buenos Aires” y por un medio plástico que tiende a la homogeneidad y a la concentración, cabe celebrar la aparición y el desarrollo de experiencias fuera del centro. Experiencias que posibiliten pensar en otra clave la figura del artista, el estatuto del hecho estético, su circulación y las instancias valorativas y de recepción. Esperamos que esta narración sobre una experiencia alternativa funcione como ‘pista transitable’ y abogamos por la aparición de espacios creados por artistas, autogestionados e independientes que reconfiguren el campo plástico de la ciudad de Rosario.




Sabina Florio es artista plástica, investigadora y miembro del Instituto de Investigaciones de Historia de la Arquitectura de la Universidad de Rosario. Se desempeña como Profesora Adjunta en la asignatura “Problemática del Arte Latinoamericano del Siglo XX” y desde 1998 estudia distintas zonas del arte moderno y contemporáneo de Rosario.